EUROPA
PRESS
9 mayo
2019
Las
personas obesas perciben menos el sabor de los alimentos
Las personas obesas perciben menos el
sabor que las no obesas, además se han observado diferencias muy
significativas, según una investigación del Centro de Investigación Biomédica
en Red (CIBER), en su área temática de Fisiopatología de la Obesidad y
Nutrición (CIBEROBN), que establece una relación inversa entre la percepción
del sabor y el peso.
La investigación, que, en colaboración con el Human
Nutrition Research Center de Boston, y publicada en 'American Journal of
Clinical Nutrition', avanza además en los factores genéticos y ambientales que
condicionan las preferencias e ingestas de alimentos identificando, por primera
vez, el gen LRRC32 asociado a la percepción total del sabor.
Sus resultados son pioneros en todo el mundo ya que es la
primera vez que se reporta una relación inversa entre la puntuación en la
percepción total de todos los sabores (total taste score) y el peso, obesidad y
perímetro de la cintura en una población de 381 hombres y mujeres de entre 55 y
75 años.
Sus resultados son pioneros en todo el mundo ya que es la
primera vez que se reporta una relación inversa entre la puntuación en la
percepción total de todos los sabores (total taste score) y el peso, obesidad y
perímetro de la cintura en una población de 381 hombres y mujeres de entre 55 y
75 años.
Estudios previos del mismo grupo del CIBEROBN habían hecho
mediciones aisladas de cada uno de los cinco sabores reconocido por todo el
mundo (dulce, salado, amargo, ácido y umami), pero de forma individual.
Los hallazgos son relevantes para aportar nuevas evidencias
en esta línea y, señalan, ponen de manifiesto la importante relación entre
percepción del sabor y obesidad y la necesidad de tener en cuenta la capacidad
de percepción de los distintos sabores por cada persona a la hora de pautar
dietas para prevenir o tratar la obesidad
"Al ser transversales, nuestros resultados no permiten
saber si esta relación es causa o consecuencia y actualmente estamos trabajando
en estudios de seguimiento. En este sentido, conclusiones recientes en ratones
de laboratorio han demostrado que la inflamación que suele existir en la
obesidad es capaz de destruir las papilas gustativas y ésta sería la
consecuencia de que las personas obesas percibieran menos el sabor",
apunta Dolores Corella.
Por otra parte, a nivel de causa, "se hipotetiza con
que una menor capacidad para percibir el sabor en determinadas personas
determinaría que tuvieran que comer más alimentos para conseguir que llegara al
cerebro una información suficiente de sabor para desencadenar las señales de
saciedad y así parar de comer", añade.
Buscan dietas más
sabrosas para perder peso
Por todo ello, una de las medidas en las que se está
trabajando desde el equipo del CIBEROBN es en la elaboración de dietas, no sólo
saludables sino también sabrosas, que además se aconsejan personalizadas a las
preferencias de cada persona para conseguir una mayor adherencia.
Al mismo tiempo, el grupo que dirige Corella ha investigado
si existe una influencia genética en la percepción del sabor. Para ello, en
este mismo estudio ha realizado un genotipado denso de todo el genoma en los
participantes y analizado si existe asociación entre las variantes genéticas y
cada uno de los sabores y el sabor total mediante la técnica de GWAS (estudio
de asociación de genoma completo).
Anteriormente se habían realizado GWAS para el sabor amargo,
y sus genes eran conocidos, pero no existían GWAS publicados para los sabores
dulce, salado, ácido, umami ni la percepción total.
"Los resultados de GWAS nos han permitido replicar los
resultados para el sabor amargo y sugerir nuevos genes para cada uno de los
demás sabores. Queremos destacar por su novedad e interés los resultados
obtenidos para la percepción total del sabor, ya que nunca se había planteado
identificar un gen común relacionado con mecanismos de percepción para todos
los sabores", explica Corella.
El gen identificado por primera vez asociado con la
percepción total del sabor es el denominado LRRC32, relacionado previamente con
inmunidad, y, curiosamente, con asma y otras enfermedades pulmonares. "Es
un dato curioso porque hace unos años se descubrió que algunos receptores del
sabor, fundamentalmente del sabor amargo, además de en la lengua, se
encontraban en el pulmón", explica.